VIAJE AMBIENTAL A LA COSTA DE PENICHE (PORTUGAL)
Del 1 al 4 de abril, un grupo de 30 personas tuvo la oportunidad de viajar durante cuatro días por un rincón especial de nuestra vecina Portugal, cerca de la Costa de Peniche. Un recorrido que no solo nos permitió disfrutar de la belleza natural de esta región, sino también descubrir su rica historia, tradiciones y la forma en que sus habitantes mantienen un estrecho vínculo con su entorno. Nos alojamos en la encantadora ciudad de Caldas de Rainha, un lugar que, aunque cuenta con más de 50.000 habitantes, conserva el aire tradicional y auténtico de los pueblos más pequeños.
Caldas de Rainha, conocida por su historia y su gente, fue el punto de partida de nuestro viaje. Iniciamos nuestro recorrido con una visita guiada por la ciudad, donde tuvimos la oportunidad de recorrer sus calles y descubrir sus encantos. El Museo del Hospital Caldas fue uno de los primeros lugares que visitamos. Además, durante la visita, aprendimos sobre la figura de Bordallo Pinheiro, un reconocido artista portugués que dio renombre a la cerámica de la región. En nuestra caminata, también tuvimos la suerte de pasear por el Parque Dom Carlos I, un hermoso espacio verde que invita a la reflexión y al descanso, donde la tranquilidad y el contacto con la naturaleza son los grandes protagonistas.
Al día siguiente, nos dirigimos hacia el Monasterio de Alcobaça, un impresionante monumento medieval que es Patrimonio de la Humanidad. La visita guiada nos permitió adentrarnos en la historia de este monasterio cisterciense, que data del siglo XII y es uno de los más importantes de Portugal. Las paredes del monasterio parecen susurrar historias de antaño, y su arquitectura es un reflejo de la magnitud de la devoción y el arte medieval. Al salir, nos encontramos con una experiencia única cuando encontramos a João Paulo Ferreira que, nos obsequió con una emotiva ópera en medio de la ciudad de Batalha. A pesar de la lluvia, estaba refugiado bajo uno de los arcos para el deleite de todos y todas, y allí, la música nos transportó a un mundo de emociones.
Visitamos San Martinho do Porto, un pintoresco pueblo costero con una bahía en forma de concha que se abre al mar. Aquí, pudimos disfrutar de un relajante paseo por la costa, admirando las vistas y respirando el aire fresco del Atlántico. También nos dirigimos al Mirador de Foz do Arelho, desde donde pudimos apreciar el impresionante encuentro entre el mar y la laguna, un paisaje que se extiende hasta donde alcanza la vista. La pasarela de madera que recorre la costa nos permitió caminar en armonía con la naturaleza, disfrutando de la paz y la serenidad del lugar.
En nuestro tercer día, nos adentramos en el fascinante Jardim Buddha Eden de Paz, un jardín que, como su nombre indica, está diseñado para transmitir paz y armonía. Este jardín, que alberga elementos de diversas culturas, es un remanso de tranquilidad, donde los colores y las formas nos invitan a la reflexión. Posteriormente, nos dirigimos a Villa da Rainha da Ginja, un lugar donde pudimos conocer de cerca la elaboración de la famosa bebida portuguesa, la ginja. Nos ofrecieron una degustación de cuatro variedades de este licor, y aprendimos sobre su proceso de producción y su historia en la región.
Finalmente, recorrimos la costa de Peniche hasta llegar a Papoa, una de las áreas más impresionantes del Geoparque de la región. Aquí, las formaciones rocosas y el paisaje salvaje nos dejaron sin aliento. También visitamos el Museo del Bolillo, un pequeño pero fascinante lugar que muestra la historia de esta tradición artesanal portuguesa. Para cerrar el viaje, tuvimos el placer de realizar una visita guiada a Óbidos, conocido como la “Villa de las Reinas” y una de las siete maravillas de Portugal, donde pudimos pasear por sus calles empedradas y empaparnos de su historia medieval.
Este viaje, organizado por ADENEX, fue una verdadera inmersión en la cultura, la naturaleza y la historia de Portugal. Queremos agradecer a las 30 personas participantes por su entusiasmo y a nuestra guía Andreia, cuya pasión y conocimientos hicieron que cada visita fuera aún más especial. Sin duda, fue una experiencia inolvidable que dejó una huella en todos nosotros, recordándonos la importancia de conectar con el entorno y con la rica herencia cultural que nos rodea.